5 de febrero de 2010

Por supuesto también soñaba dormida,
aunque esto último ya me gustaba menos.
Del mismo modo que me sabía dueña de mis emociones,
  Los sueños eran tan indomables 
como el viento
y a menudo me despertaba envuelta en una manta
de desasosiego. Destellos, colores, frases y
personajes que se mezclaban sin orden, un bufón
que enseñaba un cartel: “segundo acto” y desaparecía
con sonido de cascabeles. Oscuridad.
Algo que debía recordar
   Una búsqueda en la niebla, que nunca
tenía fin. La zambullida en un mar plácido y luminoso
y la caída al temible fondo.
La necesidad de esconderme de un ojo que todo lo veía.
No reconocerme en el espejo. Ahogarme en una lágrima.
Volar...
Despertar sintiendo un miedo enorme ,
queriendo escapar 
y encontrarte siempre ahí

No hay comentarios: