3 de junio de 2010

El me insinua libertad. 
Me dice que le estoy arrancando las alas por la fuerza. 
Que ingenua, pensaba que yo misma era su libertad, que yo misma era sus alas
y que conmigo hubiese podido ir a dónde hubiese deseado.
El me dice que tiene el derecho de ver a quien quiera, dice que por eso su amor no va a disminuir, dice solamente - ''Debes confiar en mi''
-Pero yo no, por mi parte, tengo el derecho de morir, de destruirme, de sentir cómo se deshace mi vientre, de enloquecer y de ver a mis fantasmas, de convertirme en su marioneta. Tengo el derecho de ceder al instinto.
Tengo el derecho de llorar y de estar bien mientras lo hago. Tambien tendré el derecho de pensar que, si se siente ahogado, ya no soy esa ola delicada y fluctuante que lo enternecía y lo deshacía.